Pasado el medio día, vi aparecer una mariposa amarilla como los pétalos de un girasol, volaba en el jardín y de vez en cuando venía hacia mi.
Yo, regaba las plantas, sedientas y muy acaloradas se tiraban hacia los costados de las macetas.
Esta mariposa, pequeña y frágil quería beber agua, más el chorro salía muy fuerte y ella tenía miedo.
Un miedo atroz, a morir sin haber volado hacia el sol.
Al otro día, preparó con muchas ganas y no tanta paciencia, su viaje al sol.
Tuvo alguna que otra tocadita con sus huesitos mas queridos.
Tuvo tiempo de despedirse de sus amados.
Tuvo ganas de comenzar su vuelo y allá fue al encuentro del sol.
Eso fue lo último que supe de ella, no se si llegó a destino.
Recuerdo, la pureza de su esencia, la inocencia de sus creencias y su determinación de llegar al sol.
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