Pasado cuarenta años,
preparo un vaso de vino tinto,
me siento en mi lugar favorito del sillón,
Mientras fumo una buena pipa,
vuelvo a ver esa filmación.
Hace unos diez años que no la veo.
Ahora que estoy solo,
aprovecho la ocasión.
La veo, ella saliendo del mar.
Mirando a lo lejos, quién sabe qué,
era tan reservada, jamás hablaba de si misma.
Ella venía hacia mi.
Yo, enamorado y loco, la filmaba.
Ella, no lo sabía, vivía para si.
Yo, la veía venir y el corazón desbocado, me decía...
¡para de correr a ningún lado!
Ella latía al ritmo del mar y el mar la amaba.
Lamía su piel, como un buen amante.
Yo, la veía venir y suspiraba por su amor.
Lamentaba haber nacido doce años después.
Ella sentía el agua que se remolinaba en sus caderas,
y sonreía con un placer, casi perverso.
Yo, sentía a la envidia más furiosa, salir del cuerpo,
el sabor amargo de lo que no podía tener.
Ella y el mar...yo
El mar con toda su espuma de felicidad.
Ella con todo su misterio.
Yo, viéndola, por milésima vez.
:
ResponderEliminarEs delicioso sentir el mar..
Que te rodea..
Mientras lo acaricias..
Con tus dedos.
Verdad?
Verdad...
ResponderEliminarEs la magia del mar.
ResponderEliminarTodo lo intensifica.
Hug
ResponderEliminarTengo que ir a un banquete
La manijada al tope
ResponderEliminarLa magia al fin va a comenzar
Siempre nos damos cuenta de lo que tuvimos cuando lo perdimos. Es parte de la maldición del ser humano.
ResponderEliminarSaludos,
J.
La bocha es poder aceptar y disfrutar a pesar de eso.
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