Quiero convencerme que mis arrugas son pliegues del tiempo,.
pero me doy cuenta que son las penas, las alegrías, las intensidades,
tanto de tristezas, como de felicidad.
Quiero convencerme que mis arrugas son secuelas de las enfermedades en mi vida,
sin embargo es una precuela de una vida rica en risas, llantos, saltos, recitales y escrituras.
Quiero convencerme que las arrugas es producto de un agujero de gusano que me las trae en las noches de insomnios, realmente vienen de cuando sueños despierta y esta ilusión nunca termina.
Existen arrugas que no se ven, se sienten en cada pedazo de dolor, en cada desilusión, y el desarraigo de la vida.
Un gran pliegue en el existir, entre el vacío que me atrapa de un zarpazo y el parpadeo de una felicidad mezquina que solamente me toca...a veces.
Hendiduras en la piel que socaban la calma, acariciando el rostro en cada espejo donde veo mi reflejo.
Mis pensamientos determinan por el momento que el problema viene de la existencia de los espejos.
Porque en definitiva lo que se arruga es el cuerpo que lo tengo prestado, todo lo demás está nuevo y palpitando la existencia.
Bien visto y bien escrito.
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